Consecuencias de la LPD en estos meses

Hace ya casi cinco años que el gallego Mario Costeja, abogado de profesión, venciera al todo poderoso Google en un litigio por la protección de su privacidad. Y es que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea reconoció por primera vez el denominado derecho al olvido en Internet: “el derecho a que se elimine de la red una información personal antigua que perjudica a un individuo”. A partir de entonces comenzó a crecer la alerta mundial sobre el tratamiento de datos personales de los usuarios, que los gigantes de Internet llevaban a cabo internamente.

Todo este movimiento desembocó en la llamada Ley de Protección de Datos o LPD, que se hizo efectiva un 25 de mayo de 2018, y por la cual nos vimos obligados a reautorizar millones de consentimientos, uno por cada web en la que estabamos registrados. De no hacerlo, las empresas se verían obligadas a una masiva destrucción de datos confidenciales y a deshacerse de los papeles en los que estuvieran impresos. La multa por ir en contra de esta ley asciende a la friolera del 4% de la facturación global anual o 20 millones de euros, lo que sea más gravoso.

Como usuario, tienes también una serie de derechos sobre tus datos personales:

  • Consentimiento explícito (no tácito).
  • Conocer quién los trata.
  • Conocer con qué fin se tratan.
  • Derecho al olvido (destrucción de tus datos confidenciales), siempre dentro del derecho a la libertad de expresión.
  • Obtención de una copia en formato electrónico sin coste para el usuario.
  • Rectificación inmediata.

Finalmente, se convierte así el usuario de Internet en dueño de su privacidad absoluta, permitiendo no solo una navegación más segura, sino un conocimiento más profundo de hasta dónde puede llegar a extenderse la identidad virtual de cualquier indivíduo. Ahora, solo con solicitarlo, cualquier empresa se ve obligada a deshacerse de los papeles confidenciales que perjudican tu identidad.

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